Texto leído por la presidenta de la Sociedad de Escritores en conmemoración del día de la mujer el 8 de marzo de 2015, en el teatro Italiano de Los Toldos, en el marco del evento: "Mujeres que cantan y bailan".
Trini Urquía.
Evita.
DOS MUJERES, DOS
DESTINOS.
“Esta es una pequeña o gran historia, según como se
la mire. Es la historia de dos niñas que, con pocos meses de diferencia,
llegaron al mundo, en nuestra querida ciudad de Los Toldos. Dos niñas cuyas
vidas transcurrirán en circunstancias asombrosamente parecidas a veces, y
paradójicamente diferentes, otras.
Ambas nacerán en hogares humildes, en sendos campos
de Los Toldos. Crecerán sabiendo que, hay que luchar para vivir y que la
sociedad no trata igual a ricos y pobres, que hay sinsabores que marcan para
siempre.
Ambas, en diferentes momentos de sus vidas, dejarán
su ciudad natal y se trasladarán a la vecina ciudad de Junín, desde donde una
de ellas, partirá luego en cumplimiento de un glorioso destino.
El año 1947 las encuentra, con 28 años, en estratos
sociales totalmente diferentes. Mientras una de ellas viaja por Europa, siendo
recibida por pontífices y jefes de Estado, con todos los honores, la otra,
reina y señora de un hogar humilde pero lleno de amor, recibe de la vida un
regalo profundamente anhelado. Después de parir cuatro hijos varones, puede
mecer entre sus brazos, a la tan ansiada niña que ha de criar con todo el amor,
inagotable y puro, que cabe en el corazón de una madre.
AÑO 1952: las
dos niñas toldenses, mujeres jóvenes de treinta y tres años de edad, en la
plenitud de sus vidas, con sus mentes llenas de sueños y proyectos, con un
enorme caudal de amor para dar y recibir, son golpeadas por la tragedia y, como
en sus nacimientos, con pocos meses de diferencia, entrarán a la Eternidad.
A una de ellas la llora todo un país. A la otra, su
pequeño e inconsolable círculo íntimo. Se llamaban Eva Duarte una y Manuela
Nahuel, la otra.
De la primera, ya todo ha sido dicho. La segunda,
era mi adorada madre.
Año tras año, el país rinde su homenaje a Evita y
yo, anónimamente, lloro la temprana muerte de la mujer que me dio la vida. Y en
cada 8 de marzo, cuando se habla del valor de la Mujer, yo pienso en ellas.
Porque desde las antípodas de sus destinos, ambas me enseñaron que una mujer es
importante y puede descollar en cualquier ámbito donde le toque desempeñarse.
Ama, sueña, sufre, trabaja, dignifica la vida en cualquier
estrado donde la ubique la Historia. Desde el más encumbrado círculo de poder
hasta el más sencillo espacio de un hogar, ella pone su impronta, su sello,
todo lo grande, imponderable y magnífico con que Dios la dotó.
Por eso, me siento orgullosa de mi condición de
mujer. Yo que he sido hija, esposa, madre, estudiante, trabajadora, como miles
de mujeres que, a diario, ponen su esfuerzo y luchan labrando su propio
destino, sin renunciamientos ni claudicaciones. A todas, ¡¡¡FELIZ DÍA!!!.”
TRINI.
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