Una vez más, los escritores artistas
toldenses son convocados, convocando a
su vez, en una antología que ya los representa.
Y la Palabra, nuevamente desde acá plasmada, es una invitación para que
nos sumerjamos en las profundidades de cada yo, el individual del artista, y el
comunitario, al socializarse su voz.
Al sumergirse en el yo, el escritor artista
se interna en un tiempo que no es el de los relojes ni en el de la cronología
histórica, sino en un tiempo subjetivo, el tiempo del yo viviente, muy íntimo y
discordante consigo mismo. Desciende por
debajo de su razón y de su conciencia, y es capaz de llegar a lumínicos
parajes, o hasta oscuros territorios, que puede llegar a frecuentar en estado
de sueño, de demencia transitoria, de desesperanza y desolación… Pero es
necesario este descenso, ya que el mismo corresponde a esa universalidad de la sinrazón del subsuelo, de esa especie
de tierra de nadie, o de todos, en que casi no cuentan los rasgos diferenciales
del mundo externo, porque los problemas básicos del hombre, nos hermanan.
Por eso, en estas páginas no vamos a
encontrar sólo belleza, ya que la literatura de hoy no se la propone como
fin. Los escritores toldenses han
intentado profundizar el sentido de la existencia, la propia o la ajena, y sus
palabras son una encarnizada tentativa de llegar hasta el fondo del problema,
lo más que se pueda. Porque ellos lo saben: la vida es una constante
transformación. Por lo tanto, una constante negación. Y ante esta disyuntiva,
el artista, ser muy sensible, no puede permanecer indiferente. Necesita
hurgar, manotear, aferrar,
declamar… Y la Palabra se torna,
entonces, en algo sagrado y único, que necesita vida. Y qué mejor que reunidas
acá, Voces de Nuestra Comunidad, tan dispares como fecundas, tan lozanas como
seniles…?
Y de Uds., lectores, dependerá la
vivificación de estas vidas encarnadas en palabras, y de ahí, también, la
trascendencia de una literatura profunda, que sería para la comunidad lo que
los sueños para los individuos: una descarga, a veces salvaje, de sus deseos,
de sus frustraciones, de sus verdades, de sus decepciones, de sus logros, de
sus falsificaciones, de sus reconocimientos y humillaciones… Cómo no buscar este camino de las Letras, en
una modesta liberación de su ser pasional?
La obra de estos creadores, entonces, es
una forma mitológica de mostrarnos una significación, que despertarnos,
sacudirnos de ese sueño-viaje que nos lleva de la cuna a la tumba, para
ponernos delante de nuestros ojos, sentidos, propios de nuestro destino de
animales metafísicos.
Gabriela Nicholson
Vicepresidenta de la S.E.G.V. y coordinadora del concurso.
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