Estaba haciendo dedo en la carretera, cuando de pronto paró un convertible rojo.
–¿Te llevo? –preguntó el viejo. Al ver que se trataba del mismo Diablo en persona, le respondí:
–No, gracias.
–Como quieras. Sólo voy a buscar a tu padre –le escuché decir mientras se aceleraba.
Pasaron dos horas. Ni un alma pasaba por ahí. De repente un carro tirado por un caballo flaco y pálido se detuvo.
... –¿Te llevo? –preguntó la vieja. Advertí entonces que no era sino la mismísima Muerte. Le contesté:
–No, gracias.
–Está bien. Sólo voy a buscar a tu madre –susurró mientras azuzaba al caballo.
Cuando volví a mi casa descubrí que mi padre había matado a mi madre porque yo me había escapado. Con angustia, tomé el revólver ensangrentado.
Al final, me terminaron llevando los dos.
–¿Te llevo? –preguntó el viejo. Al ver que se trataba del mismo Diablo en persona, le respondí:
–No, gracias.
–Como quieras. Sólo voy a buscar a tu padre –le escuché decir mientras se aceleraba.
Pasaron dos horas. Ni un alma pasaba por ahí. De repente un carro tirado por un caballo flaco y pálido se detuvo.
... –¿Te llevo? –preguntó la vieja. Advertí entonces que no era sino la mismísima Muerte. Le contesté:
–No, gracias.
–Está bien. Sólo voy a buscar a tu madre –susurró mientras azuzaba al caballo.
Cuando volví a mi casa descubrí que mi padre había matado a mi madre porque yo me había escapado. Con angustia, tomé el revólver ensangrentado.
Al final, me terminaron llevando los dos.
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