jueves, 6 de octubre de 2011

LEJOS DEL PARAÍSO - Por Marta Guzzo

LEJOS DEL PARAÍSO
Por Marta Guzzo

Nada, nada queda en mi casa natal;
sólo telarañas que teje el yuyal...
“Nada” (1944),  de Sanguinetti y Dames
 
1 – La casa
Esta no es mi casa y nadie va a convencerme de lo contrario, pero sí era mía la de La Unión, erguida como un pájaro salvaje entre pastizales que no dejaban ver los campos de girasoles. La casa de La Unión, sencilla y húmeda, y tan lejos del pueblo que me obliga a creer en la existencia  del paraíso.
Chicha y Blanca no añoran ni se sienten heridas, será que a mí las cosas me afectan demasiado. A veces, en medio de la noche, escucho voces que me prometen un destino distinto y el pecho se me desboca. Me veo dentro del corazón de gente que me quiere de veras. Son muchos. Unos al lado de otros, y yo en el interior de un corazón que los trasciende, enorme, desmesurado, palpitando por una Eva que se transfigura, crece y hace crecer un clamor infinito. Y ellos allí, juntos y emocionados por la presencia de esa mujer que desconozco, a pesar de ser yo misma. Por ella, que no quiere dejarlos pero que debe hacerlo para cumplir con su destino de mito, y que accede a irse de la mano de la fatalidad adonde pueda seguir amándolos, porque el amor no se acaba con la muerte. Es extraño que ese lugar se asemeje a La Unión. Tal vez se le parezca para que no me resulte tan doloroso dejar atrás el paraíso.

Mamá habló de mudarnos a Junín, y yo volví a oír en sueños esos sonidos que no son pronunciados por ninguna boca; están en el aire, como los de la radio que no se sabe bien de dónde vienen. A veces, cuando los vecinos del pueblo desvían la mirada al enfrentarme, me confundo. Blanca dice que ignore lo que no me gusta, que uno es dueño de imaginar lo que desee. Entonces, yo elijo creer que la gente me quiere y me aplaude de pie en una plaza enorme en la que no cabe ni un alfiler. Eva, Evita, dicen ellos bajo el fuego del sol. De noche lo repiten las voces de mis sueños nocturnos, que me dejan cansada pero con el alma desbordante, como los campos de girasoles de mi niñez,  e igual de iluminada.


2 – La partida

Me alejé de Los Toldos como si a mi espalda hubiera quedado el diablo pensativo, dudando entre obligarme a regresar con alguna de sus malas artes o dejando que me fuera sin mover un dedo.

Me fui despacio, sin volver la cabeza.
El edificio de la estación del ferrocarril, a mi izquierda, me hizo sentir nostalgias de las noches de verano a la espera del tren, mis hermanos y yo saltando libres a los costados de los durmientes, sin perder de vista la figura de mamá en medio de los vecinos que acudían para escapar de la rutina. Ella sobresalía entre todos. Sus grandes ojos de pesados párpados resaltados con polvos cobrizos, su boca desafiante. Nadie se atrevía a echarle en cara ese secreto que podía descubrirse en las miradas. Nadie tenía el coraje de hacerlo frente a nosotros, sus hijos. Absolutamente nadie.


3 – Las parcas
― un oído entrenado puede oír, en medio de la nada, un sonido de voces. Son las parcas que dibujan destinos...―

La búsqueda ya no tiene sentido. La encontramos. Ella es capaz de darle un viraje a la historia e inmolarse joven,  ― así son  los mortales, carne y cielo, luz e infierno en un nudo que puja por liberarse, vida y muerte ―. La descubrimos por la plegaria que inventó al alejarse del pueblo. Claro que hubo que ignorar el resentimiento, pero quedó la grandeza, y en la confrontación, la claridad siempre le saca ventaja a las tinieblas.

Las palabras que iba diciendo, la pintaron entera:
― Me voy. Siento el cuerpo pesado, como si en vez de sangre tuviera arena. Y sin embargo, quiero espantar el dolor de alejarme cada vez más del paraíso. Pronunciaré palabras que amo, porque ellas pueden crear lo que no existe. Lo viejo no me sirve. Voy a nacer de nuevo apoyándome en los nombres de las cosas que quiero. Empezaré nombrando a mi muñeca, la de la pierna rota, tan mía como la infancia que acabo de dejar atrás. A León, querido y fiel. A las trenzas de masa que tejíamos sobre la gastada mesa de La Unión, el hogar perfecto, el hogar perdido. Al cielo del campo, enorme y generoso.
Y no voy a olvidarme del Jesús de los pobres. Que se quede con ellos y conmigo. Para siempre.                                                    
                                                                                           

“Lejos del paraíso” es un texto de ficción (que incluye algunos datos reales) sobre la infancia de María Eva Duarte de Perón. Integra una antología poético-narrativa de autores bonaerenses publicada por Ediciones de Las Tres Lagunas en 2006.

                 Postales Toldenses extraídas de Descubrí Los Toldos 
                     http://www.descubrilostoldos.gov.ar/los-toldos.htm
                                                                                          



1 comentario:

  1. Hola: Me parece muy bueno como te entretejes en el personaje con eva y sus vivencias.No es facil...esta muy bueno.

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