Un atardecer lluvioso, un horizonte lejano no muy visible, el río tranquilo y su agua cristalina, cómplice de juncos, aves, sonidos y cascadas, todos signos reales, amplios como si fuera un abanico y la ternura de mi mirada se desvanece en el infinito, en el espacio, en la galaxia, y esa luz difusa color canela también me devolvió mi verdadera imagen.
Catalina Cimino de Nicholson - Los Toldos
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